RICARDO MARÍN


Traído a colación por
Alfredo Trejos
Carolina Flores Hine

Trae a colación a
Diego Mora
Américo Ochoa
Byron Espinoza
William Pérez


Vida y milagros
Ricardo Marín (Coronado, San José, Costa Rica, 1977). Varios de sus poemas han sido publicados en varias revistas y periódicos nacionales e internacionales como en la revista Malacrianza del Semanario Universidad y la revista electrónica Ping Pong. Fue incluido en la antología Lunadas Poéticas (Editorial Andrómeda 2006). Actualmente es miembro del taller literario de la Casa Cultural del Instituto Tecnológico de Costa Rica. Su primer poemario, Para no pensar, fue publicado por la Editorial Arboleda en el 2008.


Ricardo dixit
"(...)"


Poemas


III

Anoche rodaron mis poemas desde el segundo piso
no sé si fue el viento que se colaba en la celosía
o hartos tal vez del ruido de la secadora
huyeron donde no los encuentro

hoy por la mañana
busqué donde solían esconderse
en la olla arrocera
en el bolsillo del abrigo
en el culito de wiskhy
en las flores chinas
en el imán de la nevera
pero después de la búsqueda
llegue a la conclusión de que
me habían abandonado

lo cierto es que Rafa
vio entrar a uno
a su apartamento por la madrugada
que se sentó en su desayunador
y exigía limonada para la goma

otro fue encontrado en el basurero
de los cajeros automaticos
en pura conversa con los estados de cuenta

al más pequeño lo divisaron
pidiendo aventón hacia el aeropuerto
luego fue apresado en migracion por carecer de nombre
y ahora le debo ese poema a mi madre

otro cansado de su ineditismo
compró en la americana un traje entero
visitó al notario alegando su derecho
en escritura pública

cinco hacen huelga de hambre
frente a la casas culturales
solicitando asilo en algún taller literario

uno tuvo suerte y fue visto trotando
hacia las piernas de la flaca
que liga en los karaokes

otro se drogó
y se cree feliz

dicen que el hiperactivo
aprendió a andar en bicicleta con el niño del condominio
y por las noches masajea los pies
de su mamá soltera

tres fueron vistos por calle Sinaí
persiguiendo los gatos de doña Cemira

una decena tomaba el tren a Pavas

dos que no eran de amor
se fueron al Caribe
y sin un solo dólar
están a punto de alzarse una sueca

escribí estos poemas para pensar en mí
o solo para no pensar en mí escribí estos poemas
ya no me pertenecen

William Carlos Williams alguna vez dijo:
"El poeta piensa con su poema. Ahí reside su pensamiento"

pero de los míos
no recuerdo como empezaban
ni que decían
si eran profundos como el ombligo de Julita
o livianos como una bola de ping pong

anoche rodaron mis poemas
ninguno quiere volver conmigo

ahora empieza una época lluviosa
y el alumbrado público
empieza a encenderse en un orden
envidiable

yo acá
en el segundo piso
ajeno a mis poemas

escribo con el mismo error como cuando enciendo
el último cigarrillo por el filtro.



FAMOTIDINA

Esperando a que se instale la gastritis, cada cual a su ritmo bebe en el bar.
Alrededor, gente como turistas que desconocen sus nombres, un cenicero lleno,
el clac clac de las botellas, Oscar de León como banda sonora. Al salir a la calle serán
los mismos: una mujer y un hombre (tomados) de la mano, buscando la cama comprada
a crédito.



NUESTRO MEJOR MOMENTO

En el fútbol fuimos un insistente fracaso
las rasuradas y los vicios llegaron sin avisar
pasamos de las revistas porno
a plagiar poemas conocidos

los bilingües aprendieron a ligar extranjeras
y en los mares turísticos del país
palman en el intento

definitivamente crecimos
los padres de familia empiezan a buscar a dios
los que no
creen firmemente en Rasputín
pero en una tonalidad más punk

en la última reunión
levantábamos el vaso desechable
procurando sonreír para la foto.



HEIDI

Solía correr descalza
y en la montaña
un abuelo la abrazaba

creció con la locura de las cabras
entre el pájaro amarillo
el perro gordo y triste
el amigo nombre de santo
que nunca la negó tres veces
quizá porque desde siempre
el amor es un gallo
que canta

al igual que el poema
la orfandad no es algo
que se escoge

dónde estará
esa treintona
de mejillas sonrojadas
en este devoto siglo
del i-pod y la web.