MARÍA ELENA BEGHER


Traída a colación por
Sila Chanto


Trae a colación a
Héctor Burke
Rolando Garita
Juan Antillón


Vida y milagros
Soy una artista plástica itinerante. Reconocida en mi labor como artista plástica: (1994, Mención, Certamen de Dibujo, Caja Costarricense del Seguro Social, Costa Rica), (2003, Salón Primavera "Braque" Galery, Buenos Aires, Argentina), (2005, Premio Artista Lujanense, Salón Nacional, Museo de Bellas Artes, Luján, Argentina), (2006, Salón Nacional, Museo de Bellas Artes, Luján, Argentina), (2006, Primer Premio, Salón Biblioteca Ameghino, Luján, Argentina). En mi labor literaria: Primer Premio, Certamen de Relatos Breves, Universidad Nacional de Luján, Argentina. Publicaciones en periódicos locales.


María Elena dixit
"(...)"


Poemas


EL MURO (I)

No es el muro lo que me inquieta, es lo que está detrás.

Oigo los pasos pesados, los murmullos gangosos saliendo de su boca entreabierta. Percibo sus labios flojos y babeantes…

El perro ladra su soledad todo el día. Gruñe ahora. Mueve la cola, salta de felicidad ante esa presencia.

No. No es la pared lo que me aleja del paisaje y alienta mi imaginación. Es el hombre arrastrando sus pasos y el animal quejándose. Es mi impotencia ante el muro.

Pero no sólo eso. Es también lo que ocurre: El perro atado día y noche, la indolencia del hombre, su breve visita al patio, su ropa ajada y olorosa la vereda rota el pasto seco el perro y, mi ceguera. Allí, todo del otro lado del muro.








LA MANO

La mano abierta. La palma hacia arriba.

Toda la palma y hasta la punta de los dedos cubierta por signos escritos con tinta negra. Palabras horizontales sobre dedos largos y finos. Un anillo dorado sobre el dedo índice.

La mano arqueada. La palma en forma convexa, los dedos rozándome el mentón e invitándome a elevar la mirada. – Más arriba-, dijo y pude ver una voz sin rostro. – Mira allí, donde la luz ilumina tu aliento de invierno y las palabras se hacen legibles y puedas comprender, con entusiasmo, tu tarea. Yo escribiré el epígrafe. Tú bordaras con finas hebras la novela.-

-¿Serán palabras o trazos?- Pregunté.

-¡Que más da! Serás tú misma.-







EL MARINERO CURIOSO

Al soltar las amarras antes de zarpar, el marinero miró al cielo. Vio la imponente profundidad del azul, las súbitas estrellas, titilantes brillando en la noche. Vio el mar, la tierra…y reclamó a gritos, sofocando la impotencia, el derecho a saber de otros universos. Pues, su existencia, le concedería la calma de no pertenecer a ningún Dios, de no ser, como le habían contado, fragmento de un todo, con su soledad, de la nada a cuestas.

Al despertar en medio del Océano, percibió presencias desconocidas y voces extrañas. Luces potentes brillaban en el cielo dorado que asemejaba una cúpula de oro pintada sobre una base burda de papel de escenografía. Seres sin ímpetu, desprovistos de la torpe pasión humana, lo observaban. Pertenecían a una dimensión distinta en donde la dulzura y el conocimiento de todas las ciencias y de todos los universos eran virtudes congénitas, parte de su biología. No existía el dolor pues nada tenían que aprender. Nacían con la noción de la felicidad eterna.

Trataron de develar nuestras ciencias del espíritu y el énfasis que algunos poníamos en negarlas pues, como fragmentos que somos, esa inquietud resultaba un desgaste necio, una fricción absurda.

Mientras el mar esmeralda de aguas bravías empujaba la ola insistente y obsesivo. Furioso e insolente se adueñaba de la costa y desplazaba la arena. La ola inocente aún rompe la armonía -léase paz- del paisaje atardecido. Que pinto ahora.