HERNÁN SÁNCHEZ BARROS


Traído a colación por
Mariana Delgado


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Mariana Delgado


Vida y milagros
Publicó en dos antologias de la S.A.D.E. (Sociedad Argentina de Escritores) 1981 y 1982. Premio Universidad de Belgrano, Buenos Aires, publicación en Antología de la Joven Poesia Argentina, 1983. Premio Javiera Carrera, Valparaíso, Mejor envío extranjero, Antología del concurso, Chile, 1987.Finalista del Premio de Poesia, de Quetzaltenango, Guatemala, 1988. Tercer lugar en el premio internacional de poesia del Ayuntamiento de Alcantarilla, España, 1987. Primer premio del certamen Internacional “Club 63” de Jaen, España, 1986, premio publicación para su libro “Márgenes de Observación”. Tiene publicado dos libros: Márgenes de observación, Editorial Club 63, Jaén, España, 1986; y Noticias de los senderos humeantes, Editorial Perro Azul, San Jose, Costa Rica, 2004.


Hernán dixit
"Si pudiera permanecer en el desgaste oblicuo que la luz hace cada mañana
en mi ventana de prisionero, tal vez declararía en contra de mis sueños, pero no lo haré. Yo creía que escribiría poesía, pero a Ella se le sirve; se le entrega el alma, el insomnio, un cuello de mujer, la última salida, los señaleros en la niebla, los bosques que encuentro en tu mirada, todo, todo, y entonces brota con su júbilo insensato. La imagen es su sangre, la dimensión aurística su cometido; más allá de eso, no la intento comprender pues se me aparta. Mi poesía solo ES, yo soy su amigo; a veces, cuando nadie se percata, puedo sentirme su oficiante, su oscuro sacerdote, su tinta echa de piel si me permite, nada más; quizás a eso también pueda llamársele poeta…"


Poemas


LA CUEVA DE LAS MÁSCARAS

Imantados por la hipnosis del fuego tus ojos me hacen surgir de un paisaje inexplicable.
Necesito añadir que el júbilo no es una crisálida de la que pueda escapar inmune para reaccionar
al futuro como una sustancia extraída del fondo del mar; no, es otra la frontera que se condensa
en la memoria y por eso antecede a este momento una banal e incierta crónica que me aferra
a abrumadoras palabras de quiromancia y lejanía frente a mi propia piel, dejándome arrastrar
hacia una lámpara solitaria que siempre se deshace con la llegada del día.
Pero se de su proceder cauteloso como si esa extinción resultara inapelable,
como si un único argumento desafiara, bajo la influencia de un desequilibrio,
la red momentánea de todo juicio, o como si en cada intento se empeñara la suerte
en admitir el resultado de esa desilusión. Sin embargo, todo deleite resurge
si dejo los ojos transformándose en aquello que sigue confinado en el olvido
o lo que él pueda causarme. A esta lucidez, tempranamente corrompida
por el cadalso de la costumbre, llegan las olas dormidas a dejar su legado estrellado
después de remontar la escarpada pendiente del mar;
casi tranquilizado, casi muerto en esa placidez, sobre la realidad objetable y sus mutaciones,
a toda costa retrasaré el pájaro inefable, el extraviado baile de los cortinados,
el pasado perdido en el jardín desmantelado
de toda proximidad, de todo augurio, de toda certidumbre, para verte derramar la alegría,
exceptuando toda frescura superficial o abstracta como el agua bendita de unas lágrimas
que, siempre anhelo, sean a causa de la alegría.





CIRCUS PARK

Hay algo insomne que estremece la fosforescencia de los látigos
en la memoria de los tigres. Retroceden hasta salir ilesos
como si se tratara de un rastro descubierto por la inercia mágica de la ensoñación.
Entonces nada recurre a la indolencia que permea el vacío; nada,
porque es igual al simulacro momentáneo del olvido en la mano asediante de la muerte.





DESCARRIADO

El experimento necesita la sensación de mis dedos tocando tus venas
para que cambie de dolor el pájaro al que todo le sucederá;

la duda blandiendo un horóscopo objetable, su calamitosa perennidad
y un poco de óxido de ojos habituados a trenes descarrilados

en la profundidad de un sueño.
¿Cómo sustraerse a la magia inoculada en los ojos
por un paisaje que muerde el corazón hasta hacerlo sangrar
y que yo llamo después amanecer?