Traído a colación por
Luis Chaves
G. A. Chaves
Alexánder Obando
Trae a colación a
Diego Mora
Alexánder Obando
Mauricio Molina
Gustavo Induni
Meritxell Serrano
Diana Ávila
Luis Chaves
Mario León
María Montero
Vida y milagros
Esteban Ureña (Costa Rica, 1971). Estudios en Filología Española y Literatura Latinoamericana, UCR. Miembro del Taller de Literatura Activa Eunice Odio (1989-1993) y de la iniciativa de escritores jóvenes Octubre Alfil 4 (1992-1994). Trabaja como editor de libros de texto. Ha publicado Bestiario de amor (poesía, Editorial Costa Rica, 2004), y tiene inédito el poemario Minutos después del accidente y textos similares a cuentos.
Esteban dixit
"Quisiera escribir una poética monumental tipo Fenomenología del espíritu, pero supongo que resultaría una lista de supermercado. Y con lo caro que está todo.
Poemas
EN LA ALDEA
Si estuviera en una aldea neolítica y hablara de la superstición y de la ciencia, nadie entendería.
SELECCIÓN ARTIFICIAL
Que entre tres mil millones de mujeres
te elegí a vos… pues seamos francos
a lo sumo
entre vos y quedarme solo
nadando en mi cama
o uno de esos tontos betas
que se incendian con su imagen.
Y aunque el asunto fuera entre la
pensalo: no es poca cosa.
¿A quién más podría mostrarle
estos que son
estos árboles? ¿Con quién discutiría por horas
sobre la calidad
cuando atardece en Moyogalpa
o Malpaís?
Vamos: muchos se quedan
con la
si escogieron (o creyeron escoger)
una mujer y hasta dos.
Dale un poco más de vuelta: en realidad
nadie elige a una mujer entre varias.
Nadie.
Pensalo bien.
No es poca cosa.
PLAZA DE LA CULTURA
Nada, un niño se retrataba en las palomas,
en su correteo suicida por sujetar
el muelle plumón verdoso, su garganta
que escapaba cada vez con un batir de alas irregular y rítmico.
En la plaza vemos rostros, bigotes, piernas
de la nariz
agarrada de una cabeza extraña,
de un cuerpo que huye con los cachetitos
de la prima
¿Alguno se busca en la fachada del Teatro,
en los ángeles que pagaron por sus alas
un reposo de mármol, donde muere el hollín
y cagan las palomas?
Cada niño parece saber que el juego es su espejo
pues pronto vienen más, lo siguen, tratan de ayudarlo
mientras yo empuño un carboncillo ardiente
y voy dibujando, sin que nadie lo perciba,
mi rostro antiguo sobre el cuerpo infantil,
la expresión de otro niño que arrulla un cadáver de plumas.