MAURICIO VENTANAS


Traído a colación por
Silvia Piranesi


Trae a colación a
Camila Schumacher
Jeanette Amit
Julieta Dobles


Vida y milagros
Escritor extranjero en numerosos países, no sabe cuando nació. Cuentista por definición, poeta por necesidad, músico de corazón para adentro, ingeniero porque si no se muere, arbolista porque si no te morís vos. Ha publicado los libros de cuentos Las Muertes Normales (Líneas Grises) y Del Delirio, las Botellas y las Flores. En proceso de publicar Ideología de los Vertebrados. Le han publicado cosas o le han pedido que lea cosas en Costa Rica, Cuba, Estados Unidos, México, Argentina, Venezuela, España, Canadá, Italia y Francia.


Mauricio dixit
"A diferencia de poetas más aplicados, yo encuentro serias dificultades para concebir al poema como fin primordial de la poesía. Para mí la poesía es esa cosa rara que le nace al lenguaje cada vez que necesitamos decirle a alguien algo que nunca habíamos podido decir, sea en una conversación o en un cuento, o en eso que quizás lleguemos a recordar como un momento poético.

Así que no me puedo cuadrar a escribir un poema, aunque quizás esa sería la única forma de llegar a un poemario. La poesía que se me queda en poema es esa a la que no le encontré momento, ni lugar, ni a quien decirle. Y casi siempre quisiera no tener que llegar a eso."


Poemas



COMO SI CUANDO SIEMPRE

Has visto que hay un paso tuyo
perdido de regreso
por la acera de enfrente
donde ayer jugabas
con la sombra de este niño.


Niño que soy
niño que ausente
de tu eterno devolver
la foto que perdiste
en un tranvía,
se roba los espejos
de las tiendas
donde sabe que te has visto.


Niño que no entiende,
niño necio que aún persigue
el naufragio de tus manos,
como si cuando siempre
señalaban mi vida.






BUFANDA

¿Quién dice que no eres mujer?
que no has sentido
en el ojo lobezno
de tus pezones
la comisura invernal de un insomnio.
¿Quién dice que no has visto
tu calostro hacerse nieve
bajo el cántaro más temido y ajeno?
¿Acaso no eras tú
quien hería las calles
de la mano con una bufanda rota
y un parque dormido
en cada extremo de tu adagio?
Mujer:
mirada al sur de tu frente
útero y trigo,
manos y rías
escorando al dorso de un espejo.


Y no me digan que no eres mujer,
llovizna tras la arcilla,
más lejos de tu lago
hoy, cuantas veces mires
diré mujer.
Y el vientre de algún árbol
hará cielo el olvido
y el frío de algún pájaro
hará niños en tu noche.







MAMARIA

Mamá amasa la masa
en la mesa masiva, mesiánica y mística
donde mes a mes, día a día,
minuto a minuto, acuden las masas
a masturbar su conjuro abismal:
más… más…
amásame más, mamá, que no alcanza
para la misa del martes,
las misiones en Malasia
y el nuevo crío que amamantas.
Y amasa mamá muscular,
maternal, amorosa: mamaria.
Luego corre a la cocina a terminar el desayuno,
sin querer pincha un huevo frito
y las masas murmuran consternadas.


En tanto María pequeña en la cama
al margen de la situación,
juega malabar con su osito:
más… más…
amásame más, osito, que no me alcanza
para otro orgasmo masivo como el de antes.


Así lo recuerdo.


María creció, siempre al margen,
enamorada de su osito marginal,
de su beso sadomasoquista
y –mártir my ass–
nunca aprendió a hacer masa.


Ahora el pan se fabrica en máquinas inmensas
K-20 con banda transportadora, PLC,
control automático de las partes por minuto,
agua, sal, azúcar y propionato de calcio,
calidad ISO 9000, normas DIN y ASTM.


El pan se expende a millones,
milagro de mercadotecnia,
desde los minimarkets hasta los megamarkets
y las masas acuden masivas a buscarlo
por interminables pasillos multicolores.


Ayer
amanecimos muertos de hambre
porque queríamos olvidarnos de volver al supermercado.
Pero vino pronto una ambulancia mercenaria
para llevarnos a resucitar con sueros macromoleculares,
nos amarraron a un pulmón artificial
y nos abrieron los ojos con fórceps.
Luego vino un doctor
a decirnos que ya está bueno de tanta droga,
que contemos las calorías y las vitaminas
y nos mandó para la casa
a dormir al arrullo de los tranquilizantes.
A soñar en posición fetal nuestro conjuro milenario
como el mantra de las ballenas:


Más… más… amásame más,
amamántame más, mamá,
que ya no me alcanza…


Y mamá murmura
maloliente y malhumorada en su mustio mausoleo:
Váyanse a la mierda, malditos
…mamíferos miserables.