DAVID CRUZ


Traído a colación por
Luis Chacón
Diego Mora
Alejandro Cordero
Potenzoni
Gustavo Solórzano-Alfaro

Trae a colación a
Alfonso Chase
Mauricio Molina
Esteban Morales
William Eduarte
Luis Chacón
Alejandro Cordero


Vida y milagros
Nacido en San José Costa Rica, actualmente reside Tegucigalpa Honduras. Poeta, narrador, periodista y escritor publicitario. Ha publicado un libro de poesía: Natación nocturna que fue ganador del Premio Joven Creación 2004 Editorial Costa Rica para escritores menores de 35 años. Ha sido antologado en: Sostener la palabra: antología de poesía actual costarricense y Lunadas poéticas II poesía actual costarricense; ambas editadas en su país. Su poesía ha sido traducida parcialmente al portugués y al francés, además ha colaborado para diferentes revistas de Iberoamérica con poemas, relatos y reseñas. Su blog es davidcruzjimenez.blogspot.com.

David dixit
("...")


Poemas


NOBLE SOMBRA


Hija del demonio gris de la carne,
recuerda tus pechos cuando se hayan quemado,
como las tardes que dejan de ser misteriosas
para convertirse
en obstinadas mendigas de la inocencia,
en carroña despreciada por los buitres ,
en la sangre seca del ladrón
que olvidó robarse el amor.
De tus besos fieles a las noches,
largas como la muerte.
Recuerda las manos extrañas,
las camas húmedas
con tu sudor
empapado de alcohol
y los rastros de saliva de algún viajero
que soñó contigo.
Y a la mañana siguiente
partió en el tren
mientras tu sombra se lavaba
el veneno de los labios.






EZRA POUND AND MY LOST GENERATION


Transmisión en vivo desde el pasado:
mi radio con sonido estéreo te escucha
en mono desde un tiempo de Cantares.
Todo ha sido para mal:
la basura empieza a reanimar los corazones,
los trenes sólo viajan por los catálogos de los museos.
Mussolini yace tan muerto
que los buitres ya no perciben su olor a podrido.
La historia es un rompecabezas mal armado
y al Edén sólo se llega con traje de astronauta.

En vivo desde el pasado te escucho en Eje:
eso de ser poeta por el aplauso
le queda grande a mis amigos,
los filósofos estiman:
un fósforo es suficiente encender al sol,
el calentamiento global esta dándole insolación a los pingüinos,
ni la palabra/témpano,
ni el abrazo de Pie Grande puede enfriar sus almas.

¡Ay! viejo Ezra
yo nunca estaré en París con Duchamp, con Tzara, con Léger
moviendo los astros a favor de Dadá,
aspirando el mundo en una sola inhalación.

¡Ay! viejo
la brisa fumiga las palabras que me dictas
desde tu océano de olvido,
desde tus ojos que lentamente se queman de raíz:
renunciar al cuerpo es lo más sensato
cuando le rogamos a la marea
devolver nuestros cuerpos
antes de que cancelen la búsqueda.






ODA AL SILICONE


Como un imperio que insiste en gobernar
desde sus cenizas
y se persigna para invocar en canto.
Así son ellas que caminan depiladas para no herir al invierno.

Les gusta el juego.
Tiran de las cartas como un homenaje
a los malos tiempos
donde el hambre eran una enfermedad.

Ahora nadan sin rumbo.
Aplauden.
Hacen alardes para ignorar la muerte
que las mira desafinadas
soñando el imposible Jacuzzi que no habrá donde huérfanas las tardes
se bañan de olvido.





DEVOCIONARIO (DIBUJO A PULSO DE UNA NOCHE EN SAN JUAN, PUERTO RICO)

A Zoraida y Carlos


Et d"avoir vu la mer ouvete comme un oeil
Guillerme Apollinaire


Ninguna fotografía sabe esconderme del pasado.

En la vieja arquitectura de estrellas cansadas
brotan los días con sus relojes sin cuerda.
Los sonidos y su modernidad.
Las barcas del desprecio siguen arribando:
anclas sangrientas,
banderas de odio.

Llevamos bajo el brazo un compás,
truenos,
el diluvio de plazas y oficinas
donde las rosas se secan,
las tazas de té meditan
mientras el invierno amenaza
y trae consigo
cuerpos de ballenas muertas,
leños que parecen viejos buques.

La perfección de la noche
pinta la tormenta mar adentro.
El destino es un disfraz,
Escapa al sur como las aves.
Es un asesino que regresa a tierra
sin argumentos para envejecer.
Aquí los cruceros descansan
como casas deshechas por la sal.
Las tiendas se adornan con flautas
y serpientes de madera.
Todos los aromas
acaban con la realidad y sus siglos de oleaje,
como un corazón arponeado por el olvido.