EUGENIO REDONDO


Traído a colación por
Byron Espinoza
Angélica Murillo


Trae a colación a
Karla Bolaños
Joan Bernal
Cristina Ramírez
Mario Rucavado


Vida y milagros
Nació en Cartago en el año de 1963. Ha publicado un poemario: El columpio entre las hojas (Perro Azul, 2003). En el año 2009, publicará dos nuevos libros: El incendio y las sombras y No somos de la materia de los sueños, ambos con Editorial Arboleda. Actualmente, trabaja en el Ministerio de Hacienda de Costa Rica.


Eugenio dixit
"Cuando uno escribe un poema aspira a comunicar. Por consiguiente, el poema debe aspirar a conmover."


Poemas

LOS HIJOS QUE NUNCA TUVE


Miro los niños jugar fútbol.
Algunos no pueden perfilar
con sus zapatos la pelota.
Se tropiezan, caen.
Estos son los hijos
que nunca podré alzar
a mi espalda,
los hijos con quienes
no pude compartir un cachorro.

Mis hijos son de papel;
algunas veces
no sé jugar con ellos.




TRADUCTOR


Traduce los signos de la noche
al ascenso de las hormigas.

Vierte en un idioma desconocido
la navegación del universo.

Las noticias le traen de vuelta
las preguntas que se inscriben cada día
en el muro de su patio:

¿para quién canta la lluvia?,

¿los gritos de los niños
son la equivalencia de los campos solares?




BOCETO


Tu mano dibuja la mía
como el contorno de una estrella
que no acierta a brillar.

Me traspasa luz
para que no decaiga.
Perfila con el índice
la iluminación puntual
de las constelaciones.

Tu mano sabe del largo viaje
que nos espera.
Obedece a las minucias
de un mar contenido.
Pulsa la cuerda del equilibrio,
la noche en la que soy
un manojo de ansia y soledad.

Deja que me mueva.
Has hecho tu obra.




LA MATERIA DE LOS SUEÑOS


Los pinos se adelgazan
en mi memoria.

Lo que hoy es una sucesión de casas
antaño era la floración del verano.

Mi vista se vuelca
hacia la terquedad de la luna.

El patio es un poblado de grillos
que dialoga con las estrellas.

Las flores del durazno
confirman la llegada del invierno.

La garúa se instala
con la impotencia de las hojas que caen.

La bruma es un velamen entre las cosas.

El niño que no soy
traspasa el umbral prohibido de la infancia.

La derrota es evidente.
No somos de la materia de los sueños.




PERMANENCIA


En tus ojos veo la corteza
de un sol inconcebible.
Varias lunas giran en tu ombligo.
Dos cometas iluminan
la doble vía de tus piernas.

Toco tus pechos.
Amar es la permanencia de los astros.





ESCRITO A UNA MUJER


Porque veo el pequeño sol
de la concisión en tu rostro,
ya que tu nombre es el apócope de Alexandra,
el tránsito de la eternidad a los años
vividos con alegría,
a las meditaciones poco sesudas
de los historiadores del pensamiento.

Porque veo un camaleón
con todos sus colores en tus ojos,
he decidido amarte.
La soledad hermanada
no tiene asidero
en el corazón podrido de los muertos.

Quiero vivir
para ser una nebulosa de neón
en los charcos amarillos de la tristeza.

Tu nombre comienza con cualquier letra del alfabeto.
Termina con todos los trazos de los ideogramas conocidos.
Lao Tsé y Descartes son mis contemporáneos,
pero pasan de largo con sus palabras cargadas de rocío.

Vos estás aquí
en una madrugada de domingo.
Los libros que no has leído
son la bibliografía melancólica de este poema.

Dejáme ser el arcabuz de tus sueños.
Concertar el frío, el viento y la lluvia
para dibujar el contorno de la escultura de tus labios.
Dejáme ser la arena donde
la espuma se acerca y vuela.
El malecón donde una luciérnaga
persiste en alumbrar el destino de todas las galaxias.





CACHO DE LUNA


Hay una íntima conexión
entre el viento y mi camino.

De pronto, una mujer me detiene
y me cuenta su historia.
Una mariposa monarca
me habla del día
y de su prolongada estatura.

Escribo para hallar las puertas,
pero un cacho de luna
es más sublime
que todos mis poemas.