LUISSIANA NARANJO


Traída a colación por
Carlos Calero


Trae a colación a
Magda Zavala
Arabella Salaverry
Faustino Desinach


Vida y milagros
Nací el 6 de septiembre del 68 con la decisión desde muy niña por ser poeta y misionera. Dejé la misión que profesé 15 años y proseguí fiel al oficio de ser libre, poeta, editora, promotora cultural, artesana, productora, microempresaria, madre… Presidí y colaboré con muchas asociaciones culturales y literarias y pertenecí a diversos grupos y talleres, a quienes no menciono porque quizás los ofenda o los ilusos me arrinconen con algún movimiento. Pero ante todo activista de los derechos humanos y ambientales (privados de libertad, pacientes con cáncer, los indígenas, la niñez desposeída, la conservación, etc) con posesión como editora de 5 libros de poesía con esas temáticas y 3 libros más con mi poética, el más reciente poemario "Resabios" fue publicado por la Editorial Andrómeda.. Además, me han incluido en diversas antologías en México, Argentina, y Colombia.


Luissiana dixit
Me dicen mujer de arrebatos, de gubia profunda y de arándano en miel. Lo soy. Y eso que soy… es imposible de separar en mi poética, soy fiel a mí misma en la palabra, véase o entiéndase como denunciante de mi existencia, por ello revelo mi cotidianidad que es la de todos, sin artificios ni preocupaciones por la crítica literaria -si es que existe con seriedad en este país-.

Me dicen mujer de insolencias, de roble pionera y de almohadas de pluma. Lo soy.
Insolentes o sin tapujos se vuelven mis poemas, que nacen de mí para el otro o del otro para el mundo o para la polilla. Mi dialéctica es tan corriente como mi sombra que se posa adormitada en la piedra, en un país que nunca atina y en ese juego ocioso donde miro por la ventana. Y tan corriente y directa es mi poesía que he durado quince años para desposeerme de todas las teorías académicas y trascendentales y de todos los talleres que me recetaban el sacrificio de mi propio latido poético y existencial. Nada ha sido en vano, por supuesto.


Poemas


POEMA I

necesitas una vagina más joven y domesticada,
un labio de entrepierna para fingir amor en los orgasmos,
un cuerpo de geisha sin contradicciones
y que viva a 50 mts de tu casa
para que se escape de tus cínicos días
donde solo quieres tu resguardo de cavernas.

necesitas una vagina virtual
que se conforme con tus emails penetrados y ligeros,
y un Messenger con pechitos en los botones
para violentar tu tántrica forma de verme.

necesitas una vagina delgada
que modele tu hilo dental favorito,
que baile el cha cha con su cadavérico cerebro
y atrape tus jadeos teóricos del único presente.

necesitas una vagina plástica
que no te hable de sus remolinos baratos cada 28 días del mes,
que se despoje de sus hormonas y lloriqueos
para ser menos madre y más mujer.

necesitas una vagina numérica con señal de celular,
para que respondas animado con chistes vulgares y no "absurdos"
y un radar que te indique cuán grande es tu impertinente soledad.

por eso te empaco en una cajita y un lazo rojo,
la vagina que necesitas,
ahh... y úsala en solitario con el color de mi bandera,
para que no dañes a otra de verdad.

(Inédito)






LA AMANTE


La amante puede llamarse fruta, flor o caracol pero no tiene nombre.
Los hierbajos soportan la luz o las tinieblas.
Las aves escarban sus bulbos para arrullar su próximo nido.
Todo tiene esa intención. Besar el pubis con orfandad y olor a tierra.

La amante resuena olvidos.
Despojan su piel de a poquito.
Desea, devora, ama ante la inutilidad y el desposeimiento.

Su lengua tiene una elegía.
Canta para enmudecer.
Destroza el prodigio de sus miedos. Trata de ser feliz pero no lo es.

La amante puede tejer sus oportunos destrozos: el arrebato, los remolinos, el tiempo depuesto.
¡Come naranjas con tanto placer!
Mueve su vientre, lo azota, y se desmaya.
Tiene múltiples rutas y desagües.
Se desviste de ríos, es zarigüeya.
Toca la última puerta y se atreve a entrar.

La amante abraza al ritmo de Ravel.
Bebe su “perfecto amor”.
Se encela y enturbia.
Colibrí que se despunta y empalaga.
Se despide solitaria.
Se obstina de compartir hasta que se agota de lunas en un charco.

Ahora quiere ser amada.
Se despide de lo que fue su cuerpo.
Grita obscenidades al destino.
Se descubre más libre que su amante.
Borra la estampa con su mano y consigue reinventarse.

(De: Resabios, 2007)






BULERÍA POÉTICA


Soy pulpera…
vendo huevos con una maestría arrinconada en mi anaquel.

le ofrezco por kilo: tomates que parecen hombres y maduran a la fuerza,
cebollas moradas para el decaimiento moral y la impotencia,
cabezas de ajos que sazonan mitos y atraen los miedos,
sopitas instantáneas para el entremés de la soledad,
pollo pre­cocido para el hastío barato de la rutina,
condones que deslizan óvulos en los basureros,
cigarros sueltos que sofocan decisiones para mentirse.

despacho desayunos con la sutileza imaginaria de un banquete: un bollo de pan, dos huevos sueltos y una mantequilla vegetal.

regateo dinero de contado por la irrealidad mezquina con las que nos mutilan comercialmente las tarjetas.

a veces, hasta consiento crédito a comensales por mi socialismo embrollado
ante la izquierda hiriente de la China capitalista,
o hasta regalo imposibles por el prefacio cristiano de una genética que se me silenció hace mucho.

surto a los maduritos asexuados -portadas de periódicos- llenas de piernas cobrizas y nalgas de colección.

vendo alcohol de rascaduras a los borrachos excluidos de los bares de moda
porque nunca encontraron su rumbo de estrellas
y hasta receto sal inglaterra para el desembriague de lo que no pudo ser.

comercializo poemas sueltos por el precio de tres confites sin cederle cobardía a mi dignidad
y sin refreno de la vergüenza;
no me ofrezco por la apertura comercial de mi entrepierna a los padrinazgos editoriales y sus resentimientos,
a los movimientos separatistas que recetan su tótem supremo,
a las agendas culturales que predican a sus favoritos
y desmitifican a sus opositores e invisibilizan la orfandad de los auténticos,
o al amiguismo que desnutre inteligencias con su tráfico cultural
acreditándose por turno de premios nacionales y con aplausos de circo.

Soy pulpera…
quizás me llamen mercader o comerciante,
talvez Jesús golpearía mi mesa o se sentaría conmigo a condonar los impuestos,
tal vez Buda me daría una plegaria por tanta opulencia redundante,
tal vez Mahoma me abrazaría circularmente con su danza redimida,
tal vez nada suceda más que lavar mi ideología de subsidencia.

me digo proletaria e infame avarienta
porque rebusco descuentos en los almacenes,
me eximo de la moda navegando entre cajones de ropa americana
y lleno -burdamente- todo papelito de rifas publicitarias.

remuevo mi lengua y la lleno de histeria
ante los proveedores de las compañías multinacionales
que monopolizan sus productos y solo venden cuando quieren,
al estado patriarcal porque ya los panaderos se ven en mira de extinción
porque hornear un bollo de pan es tan caro como si fuera de verdad francés.

mi última oferta: venderme a mi misma como idealista con su 13% de vergüenza, pero sin la mafia de la institucionalidad,
es más,
le vendo todo:
mis labios maduros de verbos, mis poemas de gaveta, el cebollín y la desazón.

(Inédito)