CARLOS MANUEL VILLALOBOS


Traído a colación por
Byron Espinoza
Nidia González


Trae a colación a
Nidia González
Mauricio Molina
Angélica Murillo
Pablo Rojas


Vida y milagros
Costa Rica (1968). Periodista y Filólogo. Máster en Literatura Latinoamericana y Licenciado en Periodismo. Ha sido profesor de Español en Secundaria y profesor universitario de Teoría Literaria y Semiótica. Actualmente se desempeña como Vicerrector de Vida Estudiantil en la Universidad de Costa Rica. Entre otras actividades culturales ha sido miembro del grupo de teatro Guadaña, integrante del taller literario Café Francisco Zúñiga Díaz, co-fundador del Taller Literario Rafael Estrada en San Ramón y director de la publicación literaria Tertulia. Ha sido ganador en dos ocasiones del certamen Arturo Agüero Chaves y del Premio de la Editorial de la Universidad de Costa Rica en 1999. Entre sus publicaciones literarias están Los trayectos y la sangre (1992, poesía); Ceremonias desde la lluvia (1995, poesía); El libro de los gozos (2001, novela); El primer tren que pase (2001, poesía); y Tribulaciones (2003, cuento). En el campo académico ha publicado diversos artículos en revistas especializadas nacionales y extranjeras, y ha dictado cursos, conferencias y ponencias en universidades en Estados Unidos, España, México, Centroamérica y Sudamérica.


Carlos Manuel dixit
"(...)"


Poemas


SIMPLIFICACIÓN DE TRÁMITES

Ser muy práctico.
Facilitar las cosas (Ley de simplificación de trámites)
Resumir en tres los diez mandamientos:
1) No matarás a la mujer de tu prójimo el día del Señor.
2) No robarás en vano a tu padre y madre.
3) No fornicarás con mentiras ni deseos impuros.
Ser aún más práctico.
Recoger la esencia de todos los mandatos:
Amar a la mujer del prójimo como a ti mismo.



PSICOEMA

Uno cuenta con que cuenta cuerdo y canta sano.
Dos veces no obstante choca con la misma piedra.
Tres veces cae uno en el martirio de la hiedra
y cuatro edades dura uno palpitando en vano.

Cinco pies le busca al gato y cinco a las deidades
seis doncellas carnavales bailan en las venas
siete vidas, siete alas, siete sangres, y apenas
ocho fuerzas tiene uno y solo ocho infinidades.

Nueve meses dura uno para nacer cuerdo o poeta.
Diez villancicos le cantan a uno cuando nace.
Once silencios ven la tumba donde uno yace.

Doce sueños tiene uno y al mismo destino reta.
Trece malas sombras lleva, más este amuleto:
catorce líneas brujas en forma de soneto.






ANAMNÉSIS

Ay de aquel que atraviese esta puerta
y mire los anversos del misterio.
Ay de aquel que abra el ojo oculto
y mire más allá de los cristales.
Ay, pobre infeliz aquel que recoja
este incendio en la conciencia.
Pobre de aquel que pase este umbral,
por que verá que todo esto ya pasó,
su vida, su nombre y toda su progenie.
Sabrá entonces que su muerte ya fue,
que mucho antes de anclar la boca en los pezones de su madre
ya había muerto para siempre.
Ay de aquel que mire por la hendija de lo imposible:
Verá que el fin del mundo ya pasó,
y nadie se acuerda de olvidarlo.






CARTA DE UN ALMIRANTE

Querida Isabel:
Hoy he navegado hacia las indias orientales de tus ojos,
he atravesado el mar moreno de tu piel con los navíos de mis manos,
he visto juncos verdes y cañas y otras hierbas que nacen de la tierra.

Soy un Almirante loco buscando a Cipango en estas lluvias.

Tengo un nao llamado Pinta
que no encuentra escaramojos de salvación
y anda veintisiete leguas de amor hacia tus labios.

Quisiera hallar una isla, nombrarla Isabela
y naufragar como un viajero enamorado
de las mil fechuras nunca vistas.

Quisiera navegar doce millas cada hora
y hallar señales de riscos para anclar los besos.
Gritar como Rodrigo de Triana:
Tengo diez mil maravedís y un jubón de seda.
Tengo diez mil caricias
y tu pelo suelto como una bandera real entre mis manos.

De verdad, Isabel, en mi diario de Almirante
yo sería escribano de tus fermosas costas
y daría fe y testimonio de los altos y exquisitos cerros.

Yo diría que encontré árboles muy verdes,
y aguas muchas y frutas de diversas maneras.
Diría que hallé pinares a maravilla y campiñas de miel.
Diría que hallé un trillo de luna hacia tus senos,
y ríos muchos hirviendo del cuello a tus caderas.