LUIS ADRIÁN MORA


Traído a colación por
Silvia Piranesi


Trae a colación a
Gerardo Cerdas
Laura Flores Valle
Karina Gallegos
Mario Zúñiga


Vida y milagros
Luis Adrián nace en San José, Costa Rica, en enero de 1979. Estudia filosofía y economía en París, Francia, donde reside durante 8 años. Allí participa en diversas lecturas de poesía, en la Escuela de Bellas Artes de Cergy-Pontoise y con la Asociación La Porte des Poètes, en París. Trabaja desde el 2006 en la Universidad de Costa Rica donde es docente en la Escuela de Estudios Generales. No tiene publicaciones de poesía, pero tartamudea en un blog intermitente: latitudesblandas.blogspot.com


Luis Adrián dixit
"Me tienta resbalar despacio por el borde oscuros de sus párpados. Quisiera quedarme como una lágrima suspendido, para mirarla sin descanso."


Poemas


ENTRE MERIDIANOS

Cruzar la calle
amaneciendo al otro lado
del charco negro de tus labios.

Entretejerme con las voces
de abuelos
maternales y celestes.

Sigo cruzando calles,
buscando el sol de mi meridiano,

Recorro sonrisas y me visto de abrazos,
acentos de olivas,
frijoles y culantro.

Hablo idiomas desconocidos,
lenguas muertas de mediterráneo.

Se pone el sol, me visto y me levanto,
aterrizo al fin, en este país de negros granos
de café tostado.






MALABARES CALLEJEROS

Estamos en el vientre de la esfera. Vagabundos planetarios, sedentarios de estaciones y desvelos. Escuchamos los ronquidos marginales. Antepasos, pretéritos esquivos. La sombra de lo que fui se desviste entre las cajas donde duermo. La esfinge se cae de tu piel negra de botella. Los dos en medio de este odio de lo sucio.

La gente pasando, pisando cada colilla marchita.

Mal, mal, mal hablar malabarista. Mala vista de las cosas que se tejen y destejen sobre los techos de este tedio. Ro, robos, robóticamente nos miramos, nos untamos de ojos deshaciéndose. La calle juzga, juzga cada uno de nuestros pasos-huellas. Hago con manos de bronze instalar una tela. Una arácnida duda que nazca entre nosotros y el mundo. El fondo del callejuelo ladronzuelo soñado es mi madriguera. Alcancía de miradas. Alcancía de labios que nos ignoran. Alcanzándonos, caminando funambulezcos, sobre la línea de una acera.

Cerradamente nos tocamos, con el borde de los hombros, con el pálido anhelo de una espalda, un cuello desdibujándose curvo, capilar y textilmente mojado. Sigo mirando por entre mis dedos túneles. Sigo mirándote la sombra. Quiero en este caño depender de una inclinación voluntaria. Las paredes no se caen, soporte de sábanas y cobijas mal, mal mal hirientes. Sabrosamente sale el aire, calentándose con un suelo abierto. Entre nuestras piernas nauseabundas las heridas. Heridas, aguerridas, sanguijuelas.

La gente pasa y nos cubre indiferentes.






VOLVER

Volver....caer despacio sobre fuego
apagado.
Volver....visitar nocturno
las voces en los muros,
los momentos no logrados.

Volver.... quedar presente con los fósiles
de sueños.

Volver y parir una sonrisa,
volver arrastrando paréntesis

Volver mordiendo
tiempos de juego.
Volver a las calles andadas.
Volver y perderse de nuevo.