LUANA FARA GONÇALVES


Traída a colación por
Paula Ramírez


Trae a colación a
Ladrón de Arte
Angie Lamparero


Vida y milagros
Un 17 de agosto de 1981 decidí dejar las entrañas confortables que me albergaron 9 meses... decidí entrar en esta dimensión y llenarme de huellas y llenarla de huellas, escogí muchos caminos, muchos caminos me escogieron y hasta me inventé unos cuantos, no soy de ningún lugar ni siento que pertenezco a nada... sólo sé que cada día me sorprendo con las pequeñas cosas que me hacen feliz, que son diferentes... impredecibles y mágicas, como el escenario donde bailé muchos años e hice catarsis con todas las ideas que se me cayeron de la cabeza, como todos los escenarios que tengo pintados en mi recuerdo de cada viaje a todos los lugares en los que nunca he pertenecido pero he sido/estado, la sensación del vino recorriendo cada espacio de mi boca, el silencio, el miedo, el sufrimiento... y el queso y las aceitunas con las que se acompañan las copas. Mi profesión es la vida, aunque a veces también trabajo en una oficina, a veces escribo, a veces estudio nutrición, a veces bailo, a veces corro, a veces soy feliz y a veces simplemente vuelvo a vivir. Como verán, no soy muy amiga de los datos convencionales.


Luana dixit
"No hay mucho que decir de mí, soy algo así un rompecabezas al que todos los días se le pierden piezas... a veces se me riega la copa de vino encima del tablero, a veces me termino de armar y enseguida me desarmo... no soy poeta, soy una alcohólica existencialista enamorada de la vida, y lo que escribo por consecuencia no es poesía, escribo suspiros y catarsis... suspiro con el recuerdo y hago catarsis mientras pierdo la conciencia dentro de una copa de vino tinto."


Poemas

1.
(Suspiro)

Ya había perdido el más mínimo rastro de esperanza de que existieras,
por eso ni te esperaba ni te estaba buscando.
Ya me había acostumbrado a vivir las antítesis de mis utopías.
Ya había aceptado que el amor era una palabra,
como proclaman algunos genios del absurdo,
compuesta por dos consonantes y dos vocales,
o por cualquier par de elementos donde en ninguno de ellos
estuviese yo. Pero llegaste.
Y en un despojo de aquella resignación,
dibujé la silueta de tu sonrisa con mis labios,
un poco por capricho y otro poco por alcohol,
pero definitivamente te dibujé.
Y se me dibujó esa misma sonrisa en el pecho… y me palpitaron las entrañas.
Hay muchas formas de pronunciarlo y de escucharlo,
inclusive de escribirlo,
ya muchos partícipes del romanticismo se han deleitado de hacer referencia
a la fisiología poética del órgano único e involuntario,
absolutamente asimétrico y arrítmicamente musical que se nos manifiesta sorpresivamente…
Y aquí te doy un retrato abstracto de mi corazón, una pronunciación en dialecto propio de la palabra amor.
Con esta constelación de palabras en este pedazo de cielo cuadrado y blanco
hago constar la desnudez del espacio casi imperceptible contenido en nuestros abrazos,
me atrevo a traducir lo que mis ojos tararean en contacto con tus gotas de mar,
y me declaro capaz de hacer un transplante de luces.
Porque decir “te amo” se le hace difícil a mi boca y ridículamente fácil a mis manos.
Porque tengo las entrañas llenas de metáforas y los sueños llenos de ventanas.
Porque te siento en cada uno de mis espacios, porque estas tan dentro de mí, que te sudan mis poros.
Cómo traduzco en palabras todos los temblores que tengo en el abdomen,
todos los eclipses que tengo en el pecho,
las estrellas fugaces que pasan por mi vientre cuando te respiro?
La calma en mi mirada cuando acaricias mis relieves y me delineas con la yema de tus dedos.
Las rebeliones nerviosas de mis flores cuando se desprende de vos un pedazo de aroma
y se esconde en mi sueño y en mi despertar.
No hay dialecto para parafrasear el alma…
dicen que cuando suspiramos se nos escapa un pedazo del alma,
no es tan difícil adivinar hacia donde escapa.
Una vez escribí: un suspiro es pasar de un pedazo de cielo lleno de gotas de luz, a un pedacito de luz lleno de gotas de cielo…
Y con vos no dejo de suspirar.




2.
(Catarsis)

Estaba tratando de ver hacia otro lado, de llenarme las cuerdas vocales con uvas fermentadas, para evitarte a vos, sombra, silueta negra, casi mí misma de mí, extensión de la suela de mis zapatos. No había querido acercarme a vos, espejo compañero, pedazo de mí vacío y enmarcado por 5 centímetros de madera, para no descubrir de nuevo que tengo las ojeras llenas de vigilia y de nostalgia, para no ver que en mis manos ya no hay más de 20 dedos, para no darme cuenta que volví a tener 2 brazos y una única opinión.

No había querido enfrentarme a vos, reflejo invertido de mí.

Y esta vez no fue por aquellos, los amantes que se me dormían en la sangre y la anestesiaban contra la rutina. Esta vez también estaba el señor juez al que no invité y también le volví a decir que me rehusaba a firmar el divorcio con la tinta y el papel.

Esta vez se me agotaron las entrañas, el invierno entre mis piernas se había trasladado a mis ojos hacía ya más de un año. Ya el silencio entre su boca y la mía era más grande que el almohadón que nos separaba la espalda.

No era posible que todo el territorio que abarca mi piel pudiese tener otra geografía que no fuesen sus brazos. Pero hoy nada es igual, aunque suene trillado, ya no tengo territorio ni espacio porque me fui y no tengo la menor idea de dónde estoy. Ya las catedrales que habíamos construido juntos no tenían ventanas, ya la ventana verde que nos habíamos robado en la montaña no era más verde, ya el verde de sus ojos no era el océano de suspiros que me dejaba sin aliento.

Tengo un par de tractores sosteniéndome los párpados para no quedarme dormida y una caja de vino colonizándome las pupilas.

Moría de ganas de contarle que sí había una solución, que podíamos, como dicen en la calle intentarlo de nuevo, moría de ganas de verle los ojos y sentir el desgarre en el pecho para poder asegurarle que lo extraño pero hoy no estoy desgarrada.

Transito una avenida desierta, tengo sed debajo de mi falda, y tengo colapsados los pensamientos. Los he fusilado uno a uno, al pensamiento de destierro de mi propia cama, al de mi mano entrelazada con la suya para siempre, aunque siempre se acabe mañana, a despertar todos los días a su lado aunque ese lado fuese su espalda.

Decididamente no voy a pasar otro fin de semana completo escuchando deportes, mientras ando paseando por la casa con el libro que guarda mis orgasmos neuronales y mientras ando con las palabras en estado de coma porque el vacío se las traga y ya no vuelven al papel nunca más.

Estoy absolutamente segura de saber que me hacen falta sus besos en el cuello y sus caricias en la tierra de mi ombligo. Pero también estoy segura que no quiero sentir de nuevo los bocados de mí misma que me trago cada vez que se esparcen mis palabras porque todos los oídos que me acompañan no tienen la carga electromagnética exacta para absorberlas, así se repelen y se dispersen por la ventana.

Y hasta podría decidir que no me importa, que puedo pasar el resto de mi vida soportando este racimo de costumbres, estos tulipanes rosados de plástico, podría anularme, podría ponerme una máscara y decirle al mundo que sólo me importa el amor, que no necesito complementar las agujeros negros del universo que hay bajo mi frente, ni bajo mis pantalones. Podría asumir este personaje que fue diseñado para mí, para nosotras las mujeres que debemos cumplir un papel en el mundo, que no fuimos hechas para estar solas ni para procrear pensamientos. Podría decir que no me importa.

Pero prefiero quedarme conmigo, llenarme la cabeza de malos pensamientos, tomarme 4 copas de vino y sentir seca la garganta y el orgullo, levantarme conmigo y olerme a mí, escupirme sobre los papeles, quedarme dormida con 3 lágrimas en las esquinas de los ojos, cortarle la garganta a este sentimiento de culpa que me acompaña en las noches cuando mi computador y yo queremos escaparnos para tener un romance.

Prefiero quedarme aquí, en esta borona de mí, que me extrañaba y que se enamoró de mí. Prefiero sentir esta cicatriz en las arterias y esta lucidez nuevamente en mis palabras, esta incertidumbre en mis calzones y esta incomodidad en mis pensamientos. Prefiero no seguir ensayando mis monólogos acompañada, prefiero hablar sola conmigo que hablar sola con otros.

Tengo tantos planes para mí, hacía rato yo me estaba esperando y ni siquiera me había enterado. Hace rato que me buscaba, y sabía que estaba dentro de mí, pero por algún motivo no me podía encontrar. Seguramente estuve mutando, como la metamorfosis del cáncer de la rutina, como una bacteria proliferando en los tentáculos del deseo, como un parásito en el intestino de mi alma.

Hoy me quedo conmigo. Aquí me espero a mí misma. Aquí me encuentro conmigo. Aquí no tengo la menor idea de que hago conmigo pero me quedo conmigo y al mismo tiempo sin mí.



3.
(Catarsis)

El sabor amargo de abrir los ojos y sentir el espacio vacío.
El calambre constante que tengo en el pecho.
Mi cerebro colapsado por contracturas.
Lo único de lo cual estoy segura es que no hay más vino en la botella
…Ahora que estoy sobria empiezo a extrañarte.

-oOo-