CÉSAR MAUREL


Traído a colación por
Luis Chaves
Gabriela Arguedas


Trae a colación a
Esteban Chinchilla
María Montero
Felipe Granados
Luis Fernando Gómez


Vida y milagros
Nace en París, Francia, en 1959. Desde 1981 radica en Costa Rica, dónde ha dividido su tiempo entre la enseñanza del francés a niños de primaria y las Artes Plásticas. Ha presentado numerosas exposiciones individuales de sus obras tanto en Costa Rica como en Francia y Centroamérica. Ha sido publicado por la revista Amigos de lo ajeno en marzo del 2003. Est'a presente en la antología Lunadas poéticas, Costa Rica 2005. Publicó Zapping, su primer libro de poesía, en el 2005 con Ediciones Perro Azul.


Maurel dixit
"Hablo mucho. La poesía me permite decir más con menos palabras. Escribo por mi, no para mí."


Poemas


CARIBE EXPRESS

En el muelle
hemos entregado nuestros votos
al agua oscura.

Antes de reemprender el viaje,
nos cambiamos la ropa
en un parqueo
con el mismo frenesí de los amantes
que van a lanzarse desnudos sobre una cama.






EL ILIACO

Tu cadera
define el espacio
es la orilla de mi paraje.
Más allá del hueso iliaco,
se nubla mi vista.
La piel marca la luz,
el color,
se eriza,
entra el aire por la ventana.






ME VOY

En el momento de cruzar recuerdo mirar hacia atrás.
Repito el movimiento varias veces
intento pescar su mirada
su viaje ya empezó.
Me saco la flojera de piernas caminando kilómetros
antes de bajar al metro
con mi valija en mano.
Hay parejas que se besan
bajo el sol de los bulevares.






LAS LEYES DEL INQUILINATO

Confundido en medio de la afición adversa,
en la gradería del estadio equivocado,
aguanta el impulso de celebrar el gol ajeno.
La que debería haber sido la mejor de sus novias
está besando a su amigo
mientras le echa un ojo
para asegurarse
de que todavía sueña con ella.
Su idea genial, la única,
ya no es suya,
congratulan a otro más listo y más veloz.
En cambio, por la que todos le celebran,
la que recordarán de él,
nunca la tuvo, ni en el principio.
Por un día, fue, por fin,
el hombre más elegante del mundo
en un traje prestado
luego lo tuvo que devolver.
En el asiento del medio, entre ventana y pasillo,
minutos antes del despegue,
sabe que al día siguiente todos estarán en la fiesta,
menos él.
Por llegar después, un día tarde,
cuando los recuerdos de la víspera ya nunca le pertenecerán,
sólo le quedará usurparlos.
Piensa en lo inútil esperar que cambien las cosas,
no porque todo fuera escrito
sino porque no será capaz de escribir algo tan bueno
cómo lo que quisiera haber vivido.