LADRÓN DE ARTE


Traído a colación por
Luana Fara Gonçalves


Trae a colación a
Juan Jacobo


Vida y milagros

Ladrón de Arte (pseud. Héctor Villalobos): Impacté en tierras costarricenses como un pedazo de hielo en una lluvia de granizo un poco antes de lo imprevisto. Mareado por recuerdos de viajes pasados, asaltado por espacios vacíos e identificado por amigos sin dueños, me consumí entre las letras más por necedad que por destreza. Viajo en una tierra paralela que de una forma inexplicable e imprevisible también es mía, lejos de lógicas y ancestros, pero muy cerca de muros de piedra, dunas y ojos de agua. Mi oasis en el desierto (literal y metafóricamente, separada la significación por los espacios y corazones correspondientes). Mi página web es: www.ladrondearte.com


Ladrón de Arte dixit

"Cuando escribo me convierto en un pedazo de aire, escribo más, sueño, camino y vuelvo a caminar. El sendero se hace río y rocas, me asomo al precipicio y me dejo respirar por un azul profundo y pegajoso."


Poemas


ESTROFA # 22

En los papeles inescrutables de mi cabeza te escribo un verso tras otro con rimas y métricas impresionantes, mieles de los mejores momentos que nunca han llegado. Sueños imprescindibles de nosotros mismos, imágenes de mi princesa con labios desarmados que me protege como a un distinguido caballero.

Llevo un registro de nuestra historia, cada intención, cada apelación a las miradas y a las sonrisas, cada espejismo que no se repite y que se evapora en alcoholes de esperanza.

En mis estrofas no se revientan las palabras contra las verdades que nos… Luego comienzo de cero, como imitando versos ajenos, que no son míos sino de todos, solo para evitar los temidos sonidos de esa palabra que se fractura al ser pronunciada:

               i
                 l
                   u
                     s
                       i
                         ó
                           n



AMNEMIA

Desde que nos fuimos cargo con un corazón al cuello y busco el rastro de nuestros recuerdos en una chimenea de arena y sal. Con las palmas de las manos me escondo de la distancia, en la espalda el dibujo de un reloj se desploma y me traiciona con inocente crueldad.

Desde que me fui un frío ardiente me esponja la boca. La mitad de tu cama se vacía todos los días al llegar el sol, en el fondo el silencio de tus tacones ya no me acaricia y yo me obligo a divagar de tus caderas que ya no tengo.

Cada tarde le robo alegrías pasajeras a la luna y a todos los demás, reposo en un pedazo de madera petrificado por un manjar de lágrimas, ajenas y comunes, con la cara hundida en el vacío. Desde que te fuiste se me olvidó cómo mirar hacia el mar.

Se agotan las migajas de lluvia y se desgranan las letras en un manojo de intenciones mientras nos abrazo en un desierto de nieve y sal, norte y sur. Se nos derrumban las palabras, se caen aleatoriamente como una muralla quebradiza y seca…

Desde que me fuiste se me olvidó el camino. Desde que te fui te busco por rincones bamboleantes: Plazoletas y aviones, en estaciones y mercados, en barcos y bicicletas, en círculos naranja y vino.

Desde que nos fuimos ya no se como ser uno solo.




TODO RÁPIDO, ENÉRGICO, CONCENTRADO, ENVENENADO

Y…, tenía que pasar…, soltarse, dejarse ir, inhalar profundamente la esencia del todo y quebrantarnos en fragmentos rotativos y olorosos a nuevo. Con ese aroma característico que da miedo pero que nos recibe como una matrona de inframundo, siempre dispuesta a hacernos sentir bien. En el camino que bordea la vida nada se elige, aun con la mejor disposición terminamos ahogándonos en miradas de añoranza y pasión. Una pasión que no se llena nunca porque las nubes salen a jugar, un río color sangre que juega a ser una estrella oscura y cadenciosa. En el patio de los anhelos hay un manto hirviente de alborozo que se extiende sobre los hombros de cientos de caminantes, algunos con aspecto de interrogante, otros con facciones de fortaleza y la mayoría con acentos de globos y colores. Así transcurre todo por los extremos del mundo, un infinito de posibilidades que dejás pasar al son de una birra o de un flotante otra vez más amarillo. Casualidad de los colores con que llenamos el mundo. Y de repente te sueño como a una extraña, como una cicatriz que se deshace de las memorias y se clava en la frente, lamiéndome el rostro como una brisa, vaciándote como una exclusa. Frente a un circulito blanco con ínfulas de marrón, revuelvo la vida con un agitar de historias y cadenas. Te veo a lo lejos, me abrazás, me amarrás a tus largas piernas de rojo y me embriagás con tus dedos de plata. Ajena al monumento que construyo cada día, al ramo de besos que suelto en tus faldas, al veneno que busco para seguir vivo. Como un exfoliante, me arranco la memoria para poder avanzar con vos...